Ariocarpus fissuratus: el falso peyote ¿Brujo?

¿Alguna vez te has reído de algo que no entendías? Yo sí. Hace años, cuando escuchaba hablar sobre plantas sagradas como el peyote, solía burlarme con frases como: “seguro está empeyotado” o “se le pasó el peyote a este amigo“. Qué equivocado estaba. Hoy, te cuento cómo un cactus casi desconocido —el Ariocarpus fissuratus— me enseñó que detrás de las tradiciones ancestrales hay sabiduría, no locura… y que la ignorancia, incluso la mía, puede ser peligrosa.

“Es un peyote, ¿no?” – Cuando la confusión se convierte en amenaza

Recuerdo aquel día en un mercado de Durango, México. Entre puestos de artesanías y hierbas, un cactus redondo y rugoso captó mi atención: parecía un peyote, pero algo no encajaba. “¿Qué es esto?“, le pregunté al vendedor. “Es peyote, joven“, me dijo con seguridad. Pero no lo era.

Al investigar, descubrí que se trataba de un Ariocarpus fissuratus, una especie distinta al peyote (Lophophora williamsii), aunque con nombres comunes que alimentan la confusión: “peyote cimarrón” o “peyote brujo“. Y aquí está el problema: ambos son víctimas de la misma tragedia.

La planta que se disfraza de roca (y de peyote)

El Ariocarpus fissuratus no es solo un maestro del camuflaje en el desierto —donde se confunde con piedras para sobrevivir—. También se esconde bajo mitos y malentendidos. Te dejo datos que me volaron la cabeza:

  • No es peyote, pero sí medicina: Aunque no contiene mescalina como el peyote, algunas comunidades lo usan en rituales y remedios tradicionales. Su valor cultural es igual de profundo.
  • Crece más lento que un glaciar: Tarda 30 años en alcanzar el tamaño de una mano. Imagina: si lo compras hoy, ¡tu futuro hijo adulto lo verá crecer!
  • Flores fugaces: En medio del desierto, despliega flores rosas que duran menos que un meme viral. Es su manera de decir: “apréciame ahora o nunca“.

Depredadores vs. guardianes: la batalla silenciosa

Aquí viene lo que me indigna. Durante años, pensé que el peyote era la única planta sagrada amenazada. Error. El Ariocarpus fissuratus está al borde de la extinción por:

  • Coleccionistas sin escrúpulos: Lo arrancan ilegalmente para venderlo como “peyote exótico” en mercados oscuros.
  • Habitat destruido: El norte de México y Texas están perdiendo sus suelos calcáreos, su hogar por miles de años.
  • Ignorancia disfrazada de folclore: Como aquel vendedor que, sin mala intención, promovía su venta con el nombre equivocado.

Y sí, aunque el peyote y el Ariocarpus son primos lejanos, comparten una maldición: nos estamos comiendo su futuro.

Del miedo al respeto: lo que aprendí de las plantas que no son peyote

Mi viaje personal con estas plantas me dejó claro dos cosas:

  1. Nada es “solo un cactus”: Detrás de cada especie hay historias de resistencia, rituales milenarios y equilibrios ecológicos frágiles.
  2. La curiosidad salva vidas: Si no hubiera cuestionado al vendedor de Durango, seguiría creyendo que el Ariocarpus es un peyote. Ahora, uso esa misma curiosidad para difundir su protección.

Cómo honrar a estas plantas (sin ser un depredador)

Si quieres admirar al Ariocarpus fissuratus o al peyote, hazlo como un guardián, no como un turista:

  • No compres: Si ves uno en un mercado, denuncia. Debido a que es considerado una “droga”, su cultivo está prohibido. No existe el Ariocarpus de “procedencia legal”.
  • Apoya a las comunidades: El conocimiento ancestral sobre estas plantas está en manos indígenas. Escúchalos, no les robes.
  • Habla de ellas con nombre propio: Diferenciar entre peyote y Ariocarpus no es solo botánica… es respeto.

Conclusión:

El día que entendí que el Ariocarpus fissuratus no era un peyote, tampoco era una simple planta. Era un espejo. Me mostró mi propia ignorancia, pero también el poder de corregirla. Hoy, ya no me burlo de quienes hablan de “plantas de poder”. En cambio, comparto esta historia para que, cuando veas un cactus, no solo pienses: “¿es peyote?“… sino también: “¿cómo puedo protegerlo?

Ingeniero civil de profesión, pero amante de la naturaleza y la buena comida. Desde niño me ha emocionado observar las plantas, animales y hongos. Me encanta aprender nuevas cosas sobre el mundo que nos rodea, por lo que he decidido compartir mis observaciones y conocimientos a través de este medio.

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